Ella entró al bar decidía.
El atendía una mesa.
La puerta se abre y uno de los
camareros la saluda.
-vengo a ver lo a él.
Él se voltea de golpe al
reconocer su voz.
Deja los platos en la mesa como
puede, la emoción no lo dejaba controlar sus movimientos de forma correcta.
Ella lo abraza como si tuvieran
una vida sin verse las caras.
El la abraza porque para él ha
pasado una vida entera sin poder verla.
Ella había regresado de un
viaje de más de un mes pocos días antes.
Él le ofrece la mejor mesa, le
sirve una buena copa de vino blanco y dulce, se la lleva a la mesa y se sienta
con ella, a él no le importaba su trabajo en ese momento.
Ella le empieza contar sus
historias del viaje, el trata de no perderse en el mar de sus ojos, sabe que si
se pierde terminará naufragando en un mar de sentimientos.
Ella sonríe.
Él le devuelve una sonrisa y una mirada cargada de emociones.
Él tenía que cerrar el bar y
ella tenía un compromiso.
Sin importar nada ella le dice:
-Quiero estar contigo hoy, no sé
si tendré más tiempo durante varios días.
-Yo quiero aprovechar cada segundo que pueda pasar contigo.
Ella vivía trabajando, tenía su
oficina portátil siempre encima.
Él tenía cada vez más proyectos
entre manos, aparte de su trabajo a tiempo completo.
De alguna forma, las
constelaciones, los planetas, la luna y las estrellas se alinearon, dando paso
a una noche joven, para dos niñatos que solo luchaban por sus sueños
a tiempo completo.
Él consiguió salir antes del
trabajo, suben al coche de ella, sin darse cuenta se perdieron camino a tomar
una copa y terminaron llegando a una parte de la costa, perfecta para ver las
estrellas.
Bajan del coche, él le ofrece
su brazo y ella lo recibe con una sonrisa, esa noche hacia frio, aun así, valía
la pena estar en ese lugar solo por la vista que ellos tenían.
Ella veía la luna, las
estrellas, la ciudad, el mar.
El veía sus ojos, el reflejo de
la luna en el mar.
Él se quejaba de la
contaminación lumínica, mientras intentaba contarle la historia de algunas estrellas.
Ella lo escuchaba, con una
sonrisa dibujada en la cara.
Ella le explicaba como la luna
afectaba su cuerpo y su ser, en luna llena, al final del día somos 70% agua, de
alguna forma tiene que afectar.
Ella cree en la astrología.
Él sabe de astronomía.
Al pasar el rato deciden
terminar la noche con una copa en algún bar cercano a la casa de ella.
Ella bebía sidra y el licor de
hierbas.
Hablaron de sus vidas, de la
pareja de ella, de la soledad de él, de la felicidad en la sencillez de las
cosas y del presente, rieron sin parar, y se olvidaron de sus problemas,
brindaron por la vida y las casualidades imposibles, pasaron las horas, las bebidas
se calentaron y el bar cerro.
El la acompaño hasta su casa,
le comento acerca de sus proyectos y sus sueños a futuro.
Ella le dio su apoyo, le deseo
lo mejor, abrazo su brazo con fuerza por el frio que hacía.
Al llegar a la casa de ella, él
se dio cuenta que su teléfono no tenía batería, ella se ofreció a llamarle un
taxi, él se alegró, era muy tarde y tenía que trabajar al día siguiente.
Llego su trasporte, el la
abrazo, le dio un beso en la cabeza y solo deseo volverla a ver en el menor
tiempo posible.
Ella le beso la mejilla,
haciendo que él se erizara sin darse cuenta.
Son dos niñatos que luchan por
sus sueños, que tiene sus vidas y que solo se desea lo mejor para el otro sin
importar que.
pequeñas historias sobre amor.
Jhon Wolass